La compleja tarea de rastrear desaparecidos tras deslave en Venezuela
Una cuadrilla de rescate maniobra entre ramas caídas y un espeso lodo que dificulta caminar hasta llegar a un cadáver atrapado hace cuatro días. "¡Aquí hay uno!", confirman tras verle un brazo. "Allá hay otro", descubren poco después.
Son víctimas de deslaves e inundaciones causados por fuertes lluvias en Las Tejerías, un pueblo del estado Aragua (centro) donde se vive el peor desastre natural registrado en Venezuela en dos décadas y que ha dejado un centenar de muertos.
En una montaña de sedimentos, puede verse un brazo con el puño cerrado, muy descompuesto. El equipo usa dos picos para despejar los restos de ramas, lodo y basura que lo cubren. Está tan atrapado que se necesitan más de dos horas para sacarlo.
Transcurrida una hora, otro funcionario divisa un segundo cuerpo, a unos 30 metros del sitio inicial. "Hay muchas moscas y huele muy fuerte".
Su sospecha se confirma: "Ya conseguimos otro más...", advierte uno de sus compañeros.
Divisan el cuerpo a unos 30 metros del sitio inicial: es una mujer.
Han conseguido dos cadáveres en un radio de unos 50 metros cuadrados al borde del río Tuy, uno de los que se desbordó por una lluvia que en ocho horas acumuló el agua caída en un mes.
"Tráete varias bolsas", se escucha en la cuadrilla que integran bomberos, voluntarios, paramédicos y policías científicos.
La zona es de difícil acceso por lo que los rescatistas deben cruzar un río apoyados con una cuerda y luego subir a tientas entre un terreno lodozo y lleno de árboles caídos.
Varios curiosos miran a lo lejos las labores de búsqueda. "Ahora es que debe haber personas enterradas allí", dicen los vecinos.
La potencia de la corriente socavó varios metros del terreno donde hay unas pocas casas de agricultores que perdieron la mayoría de sus cosechas por el paso de una gigantesca "ola de lodo", como la han descrito testigos.
- "Esperanzas" mermadas -
Isabel Galíndez tiene la esperanza de encontrar vivo a su hijo, desaparecido hace cuatro días luego que el mercado donde trabajaba fue arrasado por la crecida de varios ríos en el centro de Venezuela.
Sentada a las afueras del ambulatorio de Las Tejerías, un pueblo conocido por haber tenido en el pasado una próspera zona industrial, venida abajo hace años, espera noticias junto a varios familiares.
"Tengo esperanzas de conseguirlo vivo", relata a la AFP esta madre de 74 años que ha caminado por el mercado donde su hijo trabajaba, como una forma de calmar su angustia.
Pegada en la pared del centro de salud hay una hoja con una lista de nombres de 19 "pacientes que han ingresado" tras ser rescatados del deslave. Luego de evaluarlos, quienes requieren atención especial son llevados a dos hospitales más grandes en ciudades vecinas.
Un fragmento de papel, también escrito a mano, aparece sobrepuesto sobre la lista: "Me llevé a mi papá, Gerardo Moreno, soy Carolina Moreno. Tranquilo(s), está bien".
Mientras Isabel espera saber de su hijo, grupos de diferentes cuerpos de socorro, además de voluntarios, siguen en las extenuantes labores de búsqueda que se complican al caer la noche por los riesgos de nuevas crecidas o deslizamientos.
Una de las personas que encontraron sepultada era la hermana mayor de Josefa Falcón, de 68 años.
"Yo no tenía esperanzas de hallarla viva porque en su casa no quedó nada", cuenta afligida mientras esperaba un autobús que los llevaría a la morgue en la ciudad de Maracay, capital de Aragua, para identificar los cuerpos.
Pese a su dolor dice sentirse mejor de haberla encontrado y terminar con la agonía que vivió.
Aunque su corazón de madre desea volver a abrazar a su hijo, Isabel se debate entre la esperanza y la resignación.
"A estas alturas no hallo ya qué pensar, si está vivo o muerto...".
F. Dumont--BTZ