Bermudas almacena agua y alimentos ante la llegada del huracán Fiona
Los habitantes de Bermudas protegen los escaparates de las tiendas con tablas de madera y se abastecen de velas, alimentos y agua, a la espera de la llegada del huracán Fiona, de categoría 4, que dejó un rastro de destrucción en el Caribe desde el fin de semana.
El Servicio Meteorológico local pronosticó que el centro de Fiona pasará a más de 180 kilómetros al oeste del territorio británico el viernes por la mañana, pero con una tormenta de esa fuerza y tamaño los residentes no quieren correr riesgos.
"Esta tormenta va a ser peor que la última", dice a la AFP Richard Hartley, propietario de la tienda Torwood Home en la capital, Hamilton, mientras él y su esposa cubrían las ventanas del comercio con láminas de metal.
"El viento va a entrar directamente desde el sur. Así que esta esquina está muy expuesta a los vientos", explica.
Fiona tiene la segunda categoría más alta en la escala Saffir-Simpson. Según el Centro Nacional de Huracanes estadounidense (NHC), el ciclón avanza con vientos máximos sostenidos de 215 km/h y ráfagas más altas.
El alcance de los vientos huracanados se extiende a hasta 110 km del ojo de la tormenta, y el de los vientos con fuerza de tormenta tropical a hasta 335 km, indicó el NHC en su último boletín.
El territorio británico, de unos 64.000 habitantes, no es ajeno a los huracanes, pero también es diminuto, con sólo unos 54 km2, y es uno de los lugares más remotos del mundo, situado a 1.030 km de su vecino más cercano, Estados Unidos.
Eso significa que no hay ningún lugar al que evacuar cuando llega una gran tormenta.
"Tienes que vivir con ello porque vives aquí, no puedes huir a ningún sitio porque es sólo una pequeña isla", dice JoeAnn Scott, una trabajadora de una tienda en Hamilton.
Los bermudeños intentan "disfrutar de lo que viene", añade. "Y rezar y rezar. Eso es lo que hacemos, rezar y festejar", asegura riendo.
- Construcción "hecha para durar" -
Debido al aislamiento de la isla, los preparativos se toman en serio incluso cuando no se esperan daños generalizados.
Los habitantes pusieron a cubierto los muebles del exterior de sus casas y revisaron las contraventanas a prueba de huracanes.
Las escuelas públicas cerrarán el viernes, y el gobierno anunció que los autobuses dejarán de circular a última hora de la tarde del jueves.
Además de hacer acopio de velas y alimentos, algunos bermudeños también sacaron cubos de agua de los depósitos situados al lado de sus casas.
En la isla no hay ninguna fuente de agua dulce, por lo que todos los edificios tienen tejados blancos encalados construidos para recoger el agua de lluvia, que se dirige a los depósitos como suministro principal de agua. A continuación, se bombea a los hogares mediante electricidad.
Bermudas, cuya economía se basa en las finanzas y el turismo internacionales, es un estado rico en comparación con la mayoría de los países del Caribe, y los edificios deben construirse según estrictos códigos de planificación para resistir las tormentas.
"La construcción está realmente hecha para durar, y no vemos nunca la devastación que el Caribe ha experimentado a lo largo de los años", dijo la esposa del dueño de la tienda Hartley, Elaine Murray.
Fiona mató a cuatro personas en Puerto Rico a principios de esta semana, según medios de comunicación estadounidenses, mientras que se informó de una muerte en el departamento francés de ultramar de Guadalupe y dos en República Dominicana.
El presidente estadounidense, Joe Biden, ha declarado el estado de emergencia en Puerto Rico, un territorio libre asociado a Estados Unidos que aún lucha por recuperarse del huracán María de hace cinco años.
En Puerto Rico, Fiona derribó árboles, líneas eléctricas y puentes, y sus aguaceros provocaron fuertes inundaciones y deslizamientos de tierra.
Cuatro días después del paso del huracán por la isla, casi un millón de hogares siguen sin luz, y unas 437.000 viviendas carecen de agua potable.
En República Dominicana, el presidente Luis Abinader declaró tres provincias del este como zonas de desastre.
Más al norte, en las Bermudas, los residentes siguen vigilando de cerca a Fiona por si la tormenta se desvía más hacia el este en las próximas horas, pero están tranquilos.
"He pasado por muchos huracanes, así que no, no estoy preocupada", dice la residente Rochelle Jones. Pero si las cosas van mal, los bermudeños "saldrán todos juntos y se ayudarán mutuamente", asegura.
H. Müller--BTZ