Los fabricantes de ladrillos de Pakistán, sin sustento por culpa de las inundaciones
Extinguidos por semanas de lluvias torrenciales, los hornos para la fabricación de ladrillos han quedado abandonados en el pueblo paquistaní de Aqilpur, y con ellos son cientos los trabajadores que andan desesperados en busca de un medio de subsistencia.
Las aguas que cubrieron Aqilpur, en lo que fueron las peores inundaciones en la historia del país, han retrocedido respecto a los máximos de hace una semana, pero los hornos donde se cuecen los ladrillos siguen rodeados del elemento líquido.
Muchos de los jornaleros que trabajan por un sueldo que apenas les da para vivir tuvieron que huir a zonas más altas y más secas.
"Todos los días vengo aquí con mi bicicleta y voy de un horno a otro buscando trabajo, pero no encuentro nada", dice Muhammad Ayub, un trabajador itinerante.
Ayub, de 40 años, tiene a su cargo a su madre enferma y a una hija de ocho años.
Cuando su casa quedó arrasada por las lluvias torrenciales que precedieron la inundación, las envió a la casa de un familiar, cerca del pueblo.
Pero cuando llegó la crecida, su familia tuvo que refugiarse en un campamento improvisado en una zona más alta, fuera del pueblo.
Más de 33 millones de personas se vieron afectadas en Pakistán por las inundaciones, que barrieron un tercio del país y dejaron al menos 1.300 muertos.
Las crecidas destruyeron o dañaron seriamente casi dos millones de casas e instalaciones de empresas.
- Trabajar por menos de 3 dólares al día -
Los estragos son visibles en el segmento del ladrillo, que cuenta con miles de hornos esparcidos por todo Pakistán y es el pilar del sector de la construcción en este país de 220 millones de habitantes.
Los montículos de ladrillos que deberían encontrarse camino de las obras están todavía sumergidos en el agua.
Ayub cuenta que solía trabajar 12 horas por la noche haciendo ladrillos, a cambio de algo menos de 3 dólares al día, unas 600 rupias.
De ahí se iba por la mañana a trabajar en el campo, junto a su pueblo, y apenas dormía brevemente por la tarde antes de empezar su turno en la fábrica de ladrillos.
Cuando los hornos donde se cuecen los ladrillos y los cultivos quedaron negados, Ayub se quedó sin jornal.
Y en este momento, "vaya adonde vaya un trabajador en busca de empleo, se vuelve con las manos vacías", dice a AFP.
Los jornaleros son una de las capas más bajas de la sociedad paquistaní, y muchos, en las zonas rurales, están explotados por terratenientes y empresarios industriales sin escrúpulos que los mantienen en una situación de cuasi esclavitud.
Los hornos y fábricas de ladrillos son además conocidos por contratar a niños, cosa que es ilegal en Pakistán.
Uno de los trabajadores más jóvenes de los 50 que han acampado cerca de Aqilpur es Muhammad Ismail, que empezó a trabajar en una fábrica de ladrillos con su padre hace un año, cuando cumplió 12, para ayudar a mantener a sus seis hermanos menores.
La familia tuvo que abandonar su casa por culpa de la riada, y el padre de Ismail se vio obligado a pedir prestado dinero para comprar harina y otros productos básicos con los que alimentar a su familia.
"El resultado es que ahora tenemos deudas", cuenta Ismail.
"He estado cada día buscando trabajo con mi padre. Tenemos que saldar nuestra deuda, y estoy perdiendo la esperanza".
En algunas zonas de Pakistán no es raro que quienes contraen préstamos y son incapaces de reembolsarlos acaben reducidos a una servidumbre por deudas. Deudas que incluso pueden pasar de una generación a otra.
Los trabajadores del ladrillo de Aqilpur han pedido a los propietarios que reactiven los hornos, para que puedan retomar el trabajo, pero Ayub cree que están pidiendo lo imposible.
"El agua que se ha juntado aquí no se va a secar hasta dentro de tres meses por lo menos. Y entonces se tardará dos meses o dos meses y medio en hacer las reparaciones".
F. Dumont--BTZ