Calor abrasador y grifos secos en el sur de Irak
Cuando Yunes Ajil abre su grifo, no sale nada. En el sur de Irak, golpeado duramente por la sequía, más de 70 aldeas sufren un verano canicular sin agua corriente en casa y con una distribución gubernamental insuficiente.
En los últimos meses, el caudal del Éufrates ha disminuido visiblemente, llegando a secar sus afluentes menos cuadalosos. Como resultado, cuando las temperaturas se acercan a los 50 grados, una tercera parte de la provincia de Diwaniya se ve privada de acceso directo al agua.
"Si se corta el agua, ya no hay vida", lamenta Yunes Ajil. En el pueblo de Al Aghawat, espera uno de los camiones cisterna enviados por la gobernación una o dos veces por semana.
"Incluso con una distribución diaria, las cantidades no serían suficientes", lamenta. "Hace cuatro días que no me lavo", confiesa este hombre en la cuarentena y padre de ocho hijos.
Entre temperaturas caniculares y una escasez de agua que solo empeora, Irak es uno de los cinco países del mundo más expuestos a los efectos del cambio climático, según la ONU.
"El país de los dos ríos", como lo llaman sus habitantes, ve cada año cómo tanto el Tigris como el Éufrates van encogiendo.
Las autoridades iraquíes culpan a la sequía, pero también a las presas construidas río arriba, en los vecinos Turquía e Irán.
Ajil cavó un pozo, pero el agua que saca es salada. "La mezclamos con el agua del camión cisterna y vamos tirando".
- "Salinidad elevada" -
Cuando el camión aparece, sus hijos se precipitan sobre el vehículo con feliz estruendo. Para recoger el oro azul, algunos sacan marmitas, incluso una nevera vacía.
Como la mayoría de sus vecinos, Yunes Ajil antes vivía de la agricultura, pero a causa de la sequía, la actividad agrícola escasea y para alimentar a sus hijos, vende ovejas de su ganado.
"Hay medio centenar de casas en el pueblo. Pero ya solo quedan diez familias, el resto se ha ido", asegura.
"La migración climática es una realidad en Irak", asegura un informe publicado en agosto por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Hasta marzo de 2022, más de 3.300 familias se vieron desplazadas por "factores climáticos" en diez provincias en el centro y sur del país debido a "la escasez de agua, su salinidad elevada y su mala calidad".
Aunque el Eúfrates aún pasa por Diwaniya, ciertos "afluentes sufren sequía", explica Hasan Naim, responsable de los recursos hídricos de la provincia. En consecuencia, hay una veintena de estaciones de depuración detenidas, explica.
La crisis dura ya más de dos meses. Antes, señala, aunque algunos afluentes se secaban, el agua volvía a los pocos días.
Naim admite que las cantidades de agua distribuidas son "muy escasas" comparadas con las necesidades de la población, pero desaconseja recurrir a los pozos porque "la tasa de salinidad es muy elevada".
- "Tortura" -
Los habitantes de la zona se han manifestado dos veces para protestar por la situación.
"En torno a un tercio de la provincia de Diwaniya sufre un problema de acceso al agua", reconoce su gobernador Zuheir al Shaalan, subrayando el impacto sobre la agricultura, el ganado, el consumo y el agua potable.
Más de 75 aldeas están afectadas.
Irrigada por el Eúfrates, su provincia recibe un caudal de entre entre 85 y 90 metros cúbicos por segundo, explica. Haría falta el doble para cubrir las necesidades de la población.
En una provincia donde es la tierra la que da de comer a la gente, llama a excluir a Diwaniya del plan de racionamiento que prepara Bagdad.
En Al Aghawat, otro habitante, Razzak Issa reclama una "solución" con Turquía para aumentar el caudal de los ríos.
"Sí, racionamos el uso, pero hace calor. ¿Cómo raciono? ¿No me lavo? ¿No lavo mi chilaba? ¿No lavo a mis hijos?", se indigna.
Como otros locales, se desespera pensando en su futuro. "¿Dónde podemos ir? Donde quiera que vayas en Irak, es una tortura. En Nasiriya, en Samawa... se mueren de sed".
H. Müller--BTZ