La difícil vuelta a la normalidad de los niños ingresados en un hospital de Kiev bombardeado por Rusia
Antonina Malishko no puede ni contener las lágrimas al recordar el bombardeo ruso del lunes contra el hospital pediátrico de Kiev en el que su hijo de seis meses recibe tratamiento contra el cáncer.
Martin está hospitalizado en ese centro, el Okhmatdyt, desde que tenía dos meses, cuando le diagnosticaron un cáncer de hígado que se extendió a los pulmones.
"Yo pensaba que él lloraría como los otros niños, pero solo me miraba, succionando el chupete", recuerda.
"Me agarró fuerte y eso es todo. Lo tenía agarrado y así estuvimos todo el tiempo. Estaba tranquilo", cuenta.
Mientras habla, contempla al pequeño, que duerme con el chupete cayéndole de la boca, mientras recibe una transfusión de sangre, en otra clínica de Kiev a la que fue trasladado tras el ataque.
Un misil crucero Kh-101 impactó el lunes en el departamento de toxicología del Okhmatdyt, el principal hospital infantil de Ucrania, dañando varias partes del establecimiento, en el que 600 pacientes reciben tratamiento.
El bombardeo provocó una oleada de condenas internacionales y puso en peligro la vida de los niños conectados a unos aparatos cruciales para su supervivencia, y también la de aquellos que, como Martin, avanzan por la sinuosa línea de la recuperación.
"Este niño necesita que lo curen. Y no solo él: hay muchos niños con distintas enfermedades. Cuando hay ataques así, uno no sabe si podrán mantenerse estos cuidados", comenta la madre, de 33 años.
- Continuar el tratamiento -
En unas fotos tomadas justo después del bombardeo, aparecen niños enfermos, sin pelo, siendo atendidos en plena calle.
En cuestión de una hora, el Instituto Nacional contra el Cáncer envió un equipo para que se ocupara de algunos de ellos y evitar que su tratamiento se viera interrumpido.
Todos los niños a cargo de esta institución están estables, aseguró el viernes su directora, Olena Yefimenko.
"No se interrumpió el tratamiento, recibieron su terapia el mismo día, aunque se hubiera interrumpido unas horas justo después de la explosión", dijo a AFP.
Dos niños murieron en otros hospitales en los días posteriores al bombardeo, aunque no está claro si los decesos guardan relación con el ataque.
Su centro ya estaba bastante lleno antes del ataque, pero Yefimenko asegura que se organizó rápidamente para recibir a una treintena de pacientes. "La guerra nos ha enseñado [a adaptarnos]", dice.
Uno de los recién ingresados es Dmitro, un menor de 13 años aquejado de un sarcoma.
"Si no hubiéramos salido estaríamos muertos", afirma el niño, protegido con mascarilla.
Su madre, Irina Vashnikina, lo tranquiliza: "Todo va bien, Dima [diminutivo de Dmitro], salimos y todo va bien".
Los médicos del Instituto fueron informados de que la mayoría de pacientes podrán volver al hospital bombardeado en los próximos días.
Y eso es lo que espera Iryna Vyshnikina, pues tanto ella como su hijo formaron en el Okhmatdyt una "especie de familia" con los otros pacientes.
Otra madre, Marina Shchomak, recuerda cómo se estremeció el martes al regresar al lugar del bombardeo.
"Había sangre en las escaleras. Era tan chocante. Todo iba bien allí. Una está acostumbrada a esa imagen normal y de repente, te topas con ese caos", cuenta la mujer, de 24 años.
- Concierto -
El viernes, bajo un calor sofocante, cientos de personas, incluyendo personal médico con marcas visibles del bombardeo, como contusiones y cortes, se congregaron para un concierto en memoria de las víctimas en los alrededores del hospital.
Una nefróloga y una persona que estaba de visita murieron en el ataque. Entre los escombros se yerguen dos fotos suyas.
Frente a una fachada llena de agujeros, la orquesta, dirigida por Herman Makarenko, tocó con la intención --según el director-- de transmitir la idea del peligro constante en el que viven los ucranianos desde que Rusia inició su invasión, el 24 de febrero de 2022.
En el instituto contra el cáncer, Malishko señala: "Uno no sabe dónde ni en qué momento pueden bombardear. Uno no sabe a qué atenerse, ni siquiera llega a entender la lógica de todo esto".
M. Tschebyachkinchoy--BTZ