La escalada del conflicto en Siria sacude a EEUU, pero ofrece una oportunidad a Trump
El sorpresivo recrudecimiento de la guerra civil en Siria ha sacudido el foco de interés internacional de Estados Unidos, que ya intentó pasar página hace años a este conflicto devastador en el que obtuvo pocos resultados.
Esta última agitación en una región sumida en el caos se produce a menos de un par de meses de la investidura de Donald Trump, cuyo equipo podría ver una oportunidad inesperada como parte de su apuesta por reconfigurar Oriente Medio, aunque con muchos interrogantes.
La ofensiva relámpago de rebeldes islamistas, que se apoderaron de Alepo, la segunda ciudad siria, se da después de que Israel, aliado de Estados Unidos, se propusiera degradar a Irán y la milicia libanesa proiraní Hezbolá, dos apoyos clave del líder sirio, Bashar al Asad.
En una zona duramente afectada desde el estallido de la guerra en Gaza, la postura de Washington sobre Siria ha cambiado en una década. Aunque Asad ha perdido credibilidad por su crueldad, Estados Unidos no prioriza expulsarlo ni apoya a los rebeldes.
"La administración (del presidente Joe) Biden no solo puso a Siria en un segundo plano. Ya no está en el candelero", considera Andrew Tabler, exasesor sobre Siria durante el primer gobierno de Trump (2017-2021) e investigador principal en The Washington Institute.
Tabler recuerda que aunque Washington retire la vela de Siria del candelero, esta no vaya a prender de nuevo.
El experto cree que los reveses en el campo de batalla abren la puerta a una solución negociada al conflicto, una posibilidad al que Asad se ha negado.
"Creo que una administración entrante que preste más atención a Siria y a conflictos como este podrá gestionarlo mejor", afirma el exasesor de Trump. "Solo que aún no sabemos cómo será eso".
- ¿En interés de EEUU? -
El expresidente Barack Obama, que durante su mandato se resistió a las presiones para atacar a Asad y se negó a respaldar a los rebeldes, se decantó por otra opción: aliarse con los combatientes kurdos para el objetivo de derrotar al grupo Estado Islámico. Unos 900 soldados estadounidenses permanecen en Siria.
En su primer gobierno, Trump, con su característico enfoque impulsivo, ordenó la retirada de las tropas a petición de Turquía, que apoya a los rebeldes y compara a las fuerzas kurdas sirias con milicianos nacionales.
Más tarde dio marcha atrás tras los llamamientos internacionales encabezados por Francia.
Planteando más interrogantes, una de las elegidas por Trump para ocupar altos cargos de su futuro gobierno, la designada directora de Inteligencia, Tulsi Gabbard, ha generado revuelo con una serie de declaraciones favorables a Asad.
Joshua Landis, experto en Siria de la Universidad de Oklahoma, considera que el principal interés de los responsables políticos estadounidenses ha sido "apoyar a Israel y perjudicar a Irán y Rusia".
"Así que la embestida de los rebeldes es muy buena para Estados Unidos, desde ese punto de vista, porque cambia la arquitectura de seguridad en Oriente Medio de forma dramática", dijo.
Un triunfo rebelde rompería la llamada Media Luna chiita, una región en la que el Estado clerical iraní ha extendido su influencia hacia el oeste hasta llegar a Líbano. "Sería una gran oportunidad para Israel y un gran golpe para Irán", afirmó el experto.
- ¿Renovada crisis humanitaria? -
A pesar de las críticas por su inacción, la administración Biden ha comprometido más de 1.000 millones de dólares durante el último año en ayuda humanitaria para los desplazados sirios.
En virtud de una ley de sanciones que expira este mes, Estados Unidos se opone a una reconstrucción en la que participe Asad sin rendir cuentas sobre la guerra, que ha matado a más de medio millón de personas y desplazado a millones más desde 2011.
Sin embargo, un número creciente de países árabes se han reconciliado con Asad, creyendo que la guerra había terminado, o al menos congelado.
Recientemente, varios países occidentales, en particular Italia, han roto con Estados Unidos al regresar sus embajadores a Damasco, en busca de estabilidad con la esperanza de evitar otra crisis migratoria similar a la que sacudió la política europea hace una década.
La reanudación de los combates ya ha desplazado a casi 50.000 personas, según la ONU, y provocará un aumento de las necesidades humanitarias con la llegada del invierno, señaló Mona Yacoubian, vicepresidenta del Centro para Oriente Medio y el Norte de África del Instituto de la Paz de Estados Unidos.
"Esto plantea una gran pregunta: ¿adónde va la gente que se desplaza?", alertó. "Con estas dinámicas de poder cambiantes, ¿se abre la puerta a una redefinición de la región y de su estructura de seguridad? Creo que es una pregunta importante y muy abierta".
K. Petersen--BTZ