En el corazón de Roma, una cárcel concentra los males del sistema penitenciario italiano
En la fachada de la prisión Regina Coeli de Roma persisten las manchas de hollín de los últimos disturbios que sacudieron esta cárcel tristemente célebre, símbolo de los profundos males del sistema penitenciario italiano.
Un flujo continuo de mujeres, algunas con los ojos enrojecidos por el llanto, cruzan la entrada para visitantes de este edificio ruinoso, donde se hacinan más de 1.150 presos aunque su capacidad es solo de 628 plazas.
A unos pasos del pintoresco barrio del Trastevere y de sus restaurantes repletos de turistas, Veronica Giuffrida, de 31 años, espera en un banco, con su bebé en brazos, para la visita semanal a su padre.
"Les falta de todo. El agua caliente no funciona, la electricidad no funciona. Simplemente, están abandonados", dice a la AFP. "En el interior, es una jungla", agrega.
Fuera del recinto para una breve pausa, un guardia explica las dificultades de su trabajo diario. "Lo que ocurre dentro nunca se podrá entender. Es indescriptible", suelta.
Sobrepoblada y con una tasa de suicidio al alza, Regina Coeli concentra los fallos estructurales que arrastra desde hace décadas el sistema penitenciario italiano y ante los que los sucesivos gobiernos se limitaron a tomar medidas puntuales.
- Lentitud y burocracia -
No es un caso único en Europa. En 2023, Italia aparecía en sexto lugar en cuestión de sobrepoblación penitenciaria por detrás de Chipre, Rumanía, Francia, Bélgica y Hungría, según el Consejo de Europa.
Pero desde octubre de 2022, con la llegada al poder de la primera ministra de extrema derecha Giorgia Meloni, los observadores advierten de un deterioro de la situación.
En todo el país, los retrasos judiciales y la lentitud de los procedimientos multiplican las detenciones provisionales. A la vez, la acumulación de casos ante los jueces obstaculiza las liberaciones anticipadas.
Desde principios de año, 77 presos y siete guardias han muerto en las cárceles de Italia.
Los extranjeros representan un tercio de los presos (en el caso de Regina Coeli llegan a la mitad) y muchos no pueden acogerse a la posibilidad de arresto domiciliario por su precariedad social. Otros sufren enfermedades mentales o drogodependencia.
"Hoy en día, las prisiones son un enorme contenedor donde termina todo (...) una especie de asistencia social para la sociedad", explica a la AFP Gennarino de Fazio, responsable del sindicato de guardias penitenciarios UILPA.
- "Un polvorín" -
Antiguo convento del siglo XVII, Regina Coeli, que en latín significa "Reino del Cielo", fue transformado en cárcel a finales del siglo XIX. Durante la época fascista de Mussolini, sus gruesos muros de piedra encerraban a los héroes de la resistencia.
Hoy en día, se encuentra con una tasa de ocupación 183%, según cifras oficiales.
También ostenta el triste récord de suicidios. El último ocurrió en septiembre, en la sección de nuevos llegados, donde dos o tres presos pasan 23 horas cada día encerrados en una celda sin luz natural.
Durante los últimos disturbios, en agosto y septiembre, los reclusos prendieron fuego a bombonas de gas, arrancaron las barandillas y arrojaron las tejas del tejado.
El diario italiano La Stampa lo describió como "un polvorín a punto de estallar de cólera, odio, humillación y abandono".
La directora de la cárcel, Claudia Clementi, estima que "todo el sistema está en crisis". "Si 1.150 personas se toman una ducha en vez de 700 u 800, el sistema de calefacción puede dejar de funcionar", afirmó en octubre.
El Ministerio de Justicia rechazó la petición de la AFP de acceder a Regina Coeli y poder entrevistar a su directora.
En su primer discurso en el Parlamento, la primera ministra Meloni declaró que estas condiciones eran "indignas para una nación civilizada". Pero desde entonces la población penitenciaria aumentó hasta las 62.110 personas.
Y según los especialistas, la situación todavía puede empeorar por la draconiana política del gobierno, que ha creado decenas de nuevos delitos punibles con la prisión y ha aumentado la duración de las penas en otros.
El ministro de Justicia, Carlo Nordio, anunció algunas medidas como la contratación de 1.000 guardias adicionales en los próximos dos años.
Pero esto no subsanará el déficit de 18.000 guardias a nivel nacional, afirma De Fazio.
Los observadores reclaman una reforma gubernamental mucho más audaz. Mientras esperan, la asociación de abogados defensores italianos acusa al ejecutivo de "retorcer el conjunto del sistema penal de forma radicalmente intolerante y autoritaria".
M. Tschebyachkinchoy--BTZ