Sobrevivientes de violaciones en la guerra de Tigré relatan sus atroces experiencias
Rawa se acurruca en una silla, sube las rodillas hasta el pecho y esconde el rostro con un largo velo blanco, como quien se escuda del mundo exterior.
"Siete hombres me violaron", susurra para relatar un brutal asalto ocurrido poco después del estallido de la guerra de dos años en la región norteña etíope de Tigré.
Rawa, cuyo nombre fue cambiado al igual que el de otras sobrevivientes de violación entrevistadas por AFP, acababa de tener gemelos cuando comenzó la guerra en noviembre de 2020.
El conflicto enfrentó a las fuerzas gubernamentales etíopes apoyadas por milicias regionales y soldados de Eritrea, contra rebeldes de Tigré y ha dejado unos 60.000 muertos. Las partes del conflicto se acusan de atrocidades contra civiles.
Rawa, una del millón de personas desplazadas por la guerra, es oriunda de Welkait, una zona disputada en el oeste de Tigré, cerca de la frontera con Eritrea.
"Yo me quedé porque acababa de parir, pero los demás huyeron y me dejaron atrás", relató a la AFP la mujer de 40 años en una pequeña clínica en el pueblo de Shire, en Tigré.
Varias personas la denunciaron diciendo que su esposo formaba parte de la rebelión. Fue detenida y golpeada mientras cargaba a uno de sus pequeños gemelos en brazos.
"El bebé ya no está vivo", solloza, y aún desconoce el paradero de su esposo.
"Soporté mucho sufrimiento", expresó al describir cómo perdió la conciencia durante el brutal ataque a manos de siete soldados de Eritrea.
La violación la dejó VIH positiva.
"No estoy con muy buena salud y no puedo ir en busca de atención médica porque no tengo fuerzas y no tengo dinero para el transporte", lamenta Rawa, quien ahora vive en la calle con sus niños, incapaz de pagar un arriendo.
- Violaciones "sistemáticas" -
Los combates en Tigré concluyeron con la firma de un acuerdo de paz en Pretoria en noviembre de 2022, pero muchas víctimas aún luchan por reconstruir sus vidas.
Entre las muchas barbaries infligidas a los civiles durante el conflicto, el estupro y la violencia sexual eran "sistemáticos" y utilizados como arma de guerra, según un estudio publicado en 2023 por el medio científico BMC Women's Health.
Estimaciones del número de violaciones cometidas varía ampliamente, llegando hasta 120.000, según datos compilados por los investigadores. Muchas víctimas prefieren no denunciar los ataques.
Las víctimas reportaron que la mayoría de los perpetradores eran soldados etíopes y eritreos, pero también milicianos de la región vecina de Amhara.
La guerra de Tigré llevaba un año cuando Tsega, otra sobreviviente de violación que habló con AFP, fue a un pequeño mercado cerca de su casa en el pueblo de Sheraro para comprar harina.
Su familia no tenía nada que comer.
"Yo pensé que las historias de soldados que agarraban y violaban mujeres eran solo rumores", contó la mujer de 29 años.
De camino al mercado, Tsega se cruzó con dos soldados eritreos, quienes la siguieron.
Los soldados amenazaron con bombardear (el mercado) si yo no salía", recordó, girando ansiosamente un anillo en su dedo.
"Apenas salí, me tomaron por la fuerza y me violaron", dijo.
"Solo pensé dos cosas: matarme o pasar a la clandestinidad y combatir" con los rebeldes.
- "En una bodega" -
A dos años del acuerdo de Pretoria, equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) "aún reciben a sobrevivientes necesitados de apoyo psicológico y médico", afirmó Nimrat Kaur, coordinador de esa oenegé en Shire.
MSF mantiene dos centros en Shire y Shiraro en colaboración con las autoridades regionales.
La gran mayoría de las violaciones fueron cometidas contra mujeres y niñas, pero también fueron violados hombres.
Mamay tenía 21 años cuando dejó su casa en Humera, en el oeste del Tigré, al estallar los intensos combates en el inicio del conflicto.
En la carretera fue detenido por soldados eritreos junta a otras 60 personas, incluyendo niñas de unos 10 años.
"Nos retuvieron en una bodega, luego nos llevaron uno a uno y nos agredieron sexualmente", recuerda el frágil joven.
"Nadie escuchó nuestros gritos (...) nadie nos ayudó", recordó el joven, quien dice que soportó agresiones diarias a lo largo de casi dos años.
Mamay fue liberado junto a otros cautivos tras el acuerdo de paz.
Al igual que un millón de personas más en el Tigré, Mamay no ha podido volver a su casa en Humera. Pero tampoco ha desistido.
"Como tigriano, no pierdo la esperanza. La justicia llegará. Estoy seguro de que seremos libres y volveremos a nuestras casas".
A. Williams--BTZ