El nuevo primer ministro japonés arriesga su mayoría en las elecciones anticipadas
Al nuevo primer ministro de Japón, Shigeru Ishiba, le puede salir mal la apuesta de las elecciones anticipadas este domingo en las que su partido gobernante se arriesga a perder su mayoría parlamentaria por primera vez en 15 años.
Ishiba asumió el cargo y convocó los comicios hace menos de un mes después de una ajustada votación para asumir la presidencia del Partido Liberal Democrático (PLD), que ha gobernado de forma casi interrumpida durante las últimas siete décadas.
"Esto es un intento de crear un nuevo Japón que cambiará drásticamente la naturaleza de la sociedad japonesa", dijo. "Para llevar a cabo este gran cambio con audacia, necesitamos la confianza del pueblo", agregó.
Pero los sondeos apuntan que el PLD podría quedarse ligeramente por debajo de los 233 escaños que marcan la mayoría en la Cámara Baja por primera vez desde 2009. Actualmente, la formación dispone de 256.
Incluso, algunas encuestas sugieren que ni siquiera con su socio minoritario de coalición, el partido Komeito, alcanzaría para formar un gobierno.
No ayuda tampoco la popularidad de Yoshihiko Noda, el nueve jefe del opositor Partido Democrático Constitucional (PDC) y ex primer ministro que, como Ishiba, tiene 67 años.
La posición de Noda "es bastante similar a la del PLD. Es básicamente un conservador", dice a la AFP Masato Kamikubo, politólogo de la Universidad Ritsumeikan.
"El PDC o Noda pueden ser una alternativa al PLD. Muchos votantes lo piensan así", añade.
- Problema demográfico -
Japón se enfrenta a importantes desafíos, uno de los principales la crisis demográfica. Se prevé que su población disminuya en casi un tercio en los próximos cincuenta años y muchos sectores ya están teniendo problemas para encontrar mano de obra.
La cuarta mayor economía del mundo lleva tiempo estancada y la debilidad del yen ha encarecido los precios de los productos importados en años recientes, especialmente los combustibles fósiles, todavía predominantes en la generación de energía.
Las encuestas señalan que la principal preocupación de los votantes es la inflación, además del escándalo de financiación del partido gobernante que terminó de hundir la popularidad del predecesor de Ishiba, Fumio Kishida, tras tres años en el cargo.
Japón, que ya presenta una de las tasas de deuda pública más altas del mundo, debe destinar importantes sumas para mantener el servicio de atención a su envejecida población.
Otro importante sector de gasto es el militar, después de que Kishida abogara por duplicar el presupuesto de defensa y reforzar las relaciones militares con Estados Unidos para contrarrestar a China.
- Declive rural -
Ishiba prometió revitalizar las áreas rurales del país, donde más del 40% de municipios pueden desaparecer por falta de población, según un informe de abril.
"Si los pueblos se dejan como están ahora, la única cosa que nos espera es la extinción", afirmó Ichiro Sawayama, un funcionario de 74 años en una de estas localidades en peligro, Ichinono, cerca de Osaka.
En el pueblo, de menos de 60 habitantes, solo hay un niño y en sus calles han colocado maniquíes para dar la sensación de actividad.
Ishiba se comprometió también a dejar la deflación en el pasado (un problema que ha lastrado a Japón durante décadas) e impulsar los ingresos con un paquete de estímulo.
Afirma querer subir el salario medio nacional en más del 40% en esta década, aunque esto podría perjudicar a muchas pequeñas empresas.
Después de una corta luna de miel inicial, las valoraciones de Ishiba en los sondeos están cayendo. Una encuesta reciente de Kyodo News señala que un 40% de los interrogados desaprobaba su gestión.
Su imagen perdió puntos entre el electorado femenino después de que únicamente nombrara a dos mujeres en su gabinete, un problema estructural en un país que aparece en el puesto 118º del informe de Brecha de Género de 2024 del Foro Económico Mundial.
Pero las probabilidades de que la oposición pueda aprovechar este descontento y formar una mayoría son mínimas, afirma Yu Uchimura, politólogo de la Universidad de Tokio.
"Ese es el problema con la oposición: siempre luchan entre ellos y se disuelven muy rápidamente", asegura.
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A. Madsen--BTZ