El nuevo gobierno de Francia promete sanear las finanzas y controlar la inmigración
El nuevo primer ministro francés, Michel Barnier, prometió este martes reducir el gasto público y un mayor control de la inmigración, cuando la supervivencia de su gobierno depende del eventual apoyo de la extrema derecha frente a una futura moción de censura.
Barnier desveló ante la Asamblea Nacional (cámara baja) la esperada declaración de política general de su gobierno, formada por la alianza de centroderecha del presidente Emmanuel Macron y el hasta ahora partido opositor Los Republicanos (LR, conservador).
El exnegociador del Brexit asumió el cargo en un contexto de crisis política en Francia, donde el adelanto electoral decidido en junio por Macron dejó una Asamblea dividida en tres bloques --izquierda, centroderecha y ultraderecha--, sin mayorías absolutas.
Pero "la verdadera espada de Damocles es nuestra colosal deuda financiera (...), que, si no tenemos cuidado, colocará a nuestro país al borde del precipicio", afirmó durante una eléctrica sesión parlamentaria.
La deuda pública progresó en la segunda economía de la Unión Europea al 112% del Producto Interno Bruto (PIB) en el segundo trimestre de 2024, equivalente a 3,22 billones de euros (3,59 billones de dólares), según cifras oficiales.
Y el déficit público corre el riesgo de aumentar hasta el 6% del PIB, tras un 5,5% en 2023, pese a que Francia tiene abierto en la UE un procedimiento disciplinario por superar el límite del 3% previsto en las normas europeas.
"Nuestro objetivo es reducir el déficit al 5% en 2025" y "volver a situar a nuestro país por debajo del umbral del 3% en 2029", subrayó el jefe de gobierno, retrasando en dos años el plazo que se dio el anterior gobierno para su cumplimiento.
Ante el rechazo de los partidos de su gobierno a un alza generalizada de impuestos, el primer ministro precisó que "dos tercios" del esfuerzo para sanear las finanzas públicas procederá de la reducción del gasto público.
Pero anunció que pedirá una "contribución excepcional" a las grandes fortunas y una mayor participación temporal "a las grandes empresas que logran beneficios importantes", a contracorriente de siete años de política de reducción de impuestos de Macron.
Estos anuncios se empezarán a plasmar en detalle en el proyecto de presupuestos de 2025, que debe presentar en los próximos días y que representará su primera prueba de fuego para la supervivencia de su gobierno en Francia.
- Las líneas rojas ultraderechistas -
Pero no es la única. La líder ultraderechista, Marine Le Pen, le reclamó nuevas medidas como endurecer la política migratoria, menos de un año después de la última reforma, y pasar a un sistema electoral de una sola vuelta con prima mayoritaria, so pena de apoyar su censura.
Poco antes, el primer ministro había anunciado no obstante una serie de medidas en materia de inmigración y seguridad ciudadana, como aumentar las plazas en prisión, tras asegurar que Francia no controla de "manera satisfactoria" su política migratoria.
Barnier propuso "facilitar la prolongación excepcional de la detención de extranjeros en situación irregular" para ejecutar mejor las órdenes de expulsión, y limitar la concesión de "visados" a sus compatriotas, si sus países se muestran reticentes a su regreso.
El anuncio llega en plena conmoción por el asesinato en septiembre de una joven de 19 años y la detención como sospechoso de un joven marroquí, que salió de prisión en junio tras cumplir una condena por violación y quedó en libertad condicional a la espera de su expulsión.
Desde su nombramiento, Barnier ya mostró su voluntad de firmeza en estos ámbitos, como demostró la designación del conservador Bruno Retailleau, cuyas posiciones son próximas a la extrema derecha, como ministro del Interior y uno de los pilares del gobierno.
La coalición de izquierda Nuevo Frente Popular (NFP), que ganó los comicios legislativos de junio, ya anunció una moción de censura contra el gobierno de Barnier, que tiene pocos visos de prosperar sin el apoyo de la extrema derecha.
O. Joergensen--BTZ