Los refugiados de Gaza en Francia lloran la muerte de sus familiares
Una lágrima se desliza por la mejilla de Tareq Abu Eita. En la pantalla de su teléfono mira las fotos de su esposa y uno de sus hijos, dos de los cerca de 40.000 palestinos muertos desde el inicio de la guerra en Gaza.
El 14 de octubre, una semana después del ataque sin precedentes de Hamás contra Israel, dos obuses israelíes cayeron sobre edificios vecinos a la casa familiar, que quedó destruida.
Su esposa Muntaha, de 37 años, y uno de sus cuatro hijos, Ilyas, no sobrevivieron. Con 11 años, era un niño "muy bueno en la escuela, sociable y amable, a quien todos querían", recuerda con dolor.
Su padre Hamed, de 77 años, y dos sobrinas, Mira y Tala, de 8 y 14 años respectivamente, también sucumbieron en el bombardeo.
Cinco víctimas entre los 39.550 muertos de la represalia israelí, en su mayoría civiles, según los datos publicados el sábado por el ministerio de Salud del gobierno de Gaza, dirigido por Hamás.
El ataque del grupo islamista el 7 de octubre en el sur de Israel provocó la muerte de 1.195 personas, en su mayoría civiles, según un recuento de la AFP basado en datos oficiales israelíes. De los 251 rehenes secuestrados, 116 siguen retenidos en Gaza, de los cuales 42 murieron, según el ejército.
"Desafortunadamente la guerra se prolonga y el balance es muy alto", lamenta Tareq Abu Eita. "Para los medios es solo una cifra que aumenta, como la bolsa", pero en Gaza "cada casa tiene una historia triste", destaca.
El hombre de unos cuarenta años y su hijo Fares, de 14 años, estaban justo delante de su casa cuando esta se desintegró, cuenta. Su rostro todavía está lleno de pequeñas marcas negras, donde se incrustaron escombros.
Fares sufrió una grave fractura en el cráneo. Primero evacuado a Egipto, fue luego operado en Rennes, en el oeste de Francia, donde está convaleciente.
Su padre, a su lado, no pudo ser acompañado por sus otros dos hijos, Jud y Ahmad, de 10 y 15 años, confiados a un pariente.
"Fares estaba casi muerto, en coma. Si me hubiera quedado, lo habría perdido", confiesa. Pero los bombardeos israelíes a veces caen muy cerca de Jud y Ahmad y, "pienso que debería haberme quedado para que muriéramos juntos", añade.
- Vivir en el infierno -
Raja Abdulkarem Abu Mhadi, de 47 años, vive la misma situación. Su hijo Asef, de 12 años, jugaba al fútbol frente a su casa cuando la zona fue bombardeada el 16 de octubre.
"Pensé que tenía escombros en la pierna, pero al intentar levantarme "descubrí que había sido cortada", narra el adolescente sentado en una silla de ruedas, con el muñón en evidencia.
Unos 90.000 palestinos fueron heridos en Gaza desde el 7 de octubre, afirma Hamás. Cada día unos diez niños pierden una o ambas piernas, según la organización de la ONU para los refugiados palestinos.
Como Fares Asef es uno de los quince niños que Francia trata en su territorio, entre unos 300 palestinos que pudo extraer de Gaza, según el ministerio de Asuntos Exteriores.
Su madre, Raja, es viuda desde hace tiempo y se angustia al pensar en sus otros cinco hijos que siguen "viviendo el infierno" en Gaza, donde ya murieron tres de sus sobrinos.
Asef está tan "deprimido que hace poco quería suicidarse", cuenta la madre, que ruega a Francia que acelere la llegada de sus otros hijos.
Francia se esfuerza por acoger a toda la familia de Ahmed Abu Shamla, uno de sus agentes consulares en Gaza. Originalmente solo su esposa, dos de sus hijos menores y una nieta pudieron llegar al Hexágono. Pero no cuatro de sus hijos, todos adultos.
El padre, incapaz de decidirse a abandonarlos, se quedó en el lugar y murió.
El 13 de diciembre ataques israelíes destruyeron la casa de Rafah, en el sur de la franja de Gaza, donde Ahmed Abu Shamla y sus hijos, residentes del norte, se habían refugiado.
Tras el fallecimiento de Ahmed Abu Shamla París consiguió que sus cuatro hijos, dos de ellos heridos en el bombardeo, fueran evacuados a finales de diciembre.
K. Berger--BTZ