Alemania vuelve a fijarse en el biogás para cortar lazos con Rusia
Después de años de estancamiento y cuestiones sobre su impacto ambiental, el sector de biogás de Alemania vuelve a generar atención en medio de los esfuerzos de Berlín para reducir su dependencia energética de Moscú por la guerra de Ucrania.
A una hora en coche al oeste de Berlín, en la granja de Peter Kaim predomina el fuerte olor que emanan tres largas esferas colocadas en medio de un campo enfangado compartido con 100 vacas.
Cada día, toneladas de residuos orgánicos --principalmente estiércol, maíz y hierba-- son vertidos en esos receptáculos. En un proceso llamado "metanización" avivado por bacterias, esa materia orgánica se transforma en gas.
La pequeña planta eléctrica permite calentar unas 20 casas en el pueblo de Ribbeck, conocido por un peral enaltecido por el escritor alemán Theodor Fontane en un poema clásico del siglo XIX.
Todo "viene 100% de nuestra granja", asegura Kaim, orgulloso de contar con una producción enérgica "independiente" en medio de la guerra en Ucrania que ha disparado los precios.
El granjero pide a las autoridades regionales "adoptar procedimientos de autorización más simples" para ayudar al biogás a convertirse en un actor más importante en el combinado energético de Alemania.
Como Kaim, todo este sector ve como una oportunidad la crisis actual que ha empujado a Berlín a cortar su dependencia de Rusia, de la que importaba un 55% de su gas natural, la mitad de su carbón y un 35% del petróleo.
En una señal de que el mensaje estaba llegando, el gobierno alemán anunció la semana pasada su deseo de "incrementar la producción de gas 'verde'" como parte de su estrategia para conseguir más resiliencia ante el incremento de precios energéticos.
- 2/3 del Nord Stream -
Por ahora, el biogás solo representa un 1% del consumo en la principal economía europea.
Pero "podríamos incrementar inmediatamente nuestra producción un 20% y reemplazar un 5% del gas ruso si se levantaran mañana algunas barreras regulatorias", afirma a AFP Horst Seide, presidente de la federación de productores de biogás de Alemania.
Según él, un esfuerzo concertado para promover el sector permitiría a largo plazo "producir dos tercios de la capacidad del Nord Stream 2", el controvertido proyecto de gasoducto entre Rusia y Alemania que Berlín suspendió al comenzar la invasión de Ucrania en febrero.
La historia del biogás en Alemania se remonta décadas atrás. A principios de los 2000, el país apostó por este sector y se convirtió en líder europeo. Todavía hoy, la mitad de los metanizadores del continente están en este país.
Pero al empezar 2014, el gobierno alemán dio un giro de timón y decidió recortar la capacidad de producción de la industria con un complejo sistema de subsidios.
La principal objeción era la masiva industrialización del sector, que suponía un importante problema ambiental por el riesgo de contaminación del agua y de filtraciones de gas contaminante.
También alegaron que se estaba tomando tierra dedicada a la agricultura y la ganadería para la producción de energía.
Según el ministerio de Agricultura, un 14% de la tierra agrícola de Alemania ya se utiliza para generar energía.
La apertura de nuevas instalaciones cayó en picado: de 1.526 en 2013 a 94 en 2014, justo después del cambio regulatorio. En 2021, solo se registraron 60.
- "Inseguridad alimentaria" -
El sector asegura que ha aprendido de sus errores y que quiere ser parte de la solución para desconectar del gas ruso, pero pide una flexibilización de la normativa.
Sin embargo, algunos expertos son escépticos.
"En un contexto futuro de inseguridad alimentaria debido a la guerra en Ucrania, es complicado defender un incremento en la producción de biogás usando el modelo actual", afirma a AFP Michael Sterner, investigador sobre energía en la Universidad de Regensburg.
La expansión de la producción puede hacerse de forma "descentralizada", usando pequeñas instalaciones y "materiales sostenibles crudos", responde Ingo Baumstark, portavoz de la federación de industriales.
El sector explica que quiere abandonar el monocultivo de maíz dedicado exclusivamente a la producción energética para centrarse en los residuos y las sobras de la producción agrícola.
Pero este modelo, mejor desde el punto de vista ambiental, requiere una colosal operación logística porque actualmente un 80% de la materia orgánica usada en el sector procede de plantas cultivadas solo con este propósito, según la Agencia de Medioambiente Alemana.
M. Taylor--BTZ