Putin y Occidente: de la curiosidad al cataclismo
Las dos décadas de relaciones del presidente ruso Vladimir Putin con Occidente, inicialmente marcadas por la fascinación con el exagente de la KGB y luego por algo de cooperación, alcanzaron un punto sin retorno con su invasión de la vecina Ucrania.
El ataque creó una ruptura indeleble entre Rusia y la Unión Europea y Estados Unidos mientras Putin esté en el poder, y Moscú podría volver los ojos hacia China como su principal aliado.
Rusia pasó gran parte del gobierno de Putin como miembro del Grupo de los Ocho, de grandes economías. El´líder ruso aseguró que en 2000 llegó a sugerir al entonces presidente estadounidense, Bill Clinton, que su país podría sumarse a la OTAN.
Cuando en 1999 el presidente Boris Yeltsin promovió a Putin de jefe de seguridad a primer ministro, y luego a presidente, Occidente sabía poco quién era.
En una reunión con Putin en junio de 2001, el entonces presidente estadounidense George W. Bush declaró que miró al líder ruso a los ojos y pudo "sentir su alma".
Pero Putin se mantiene como un enigma para la mayoría de los países occidentales.
Pese a la crisis causada por la invasión rusa de Georgia en 2008 y la anexión de la península ucraniana de Crimea en 2014, la cooperación se mantuvo, a veces intensamente.
Pocos gobernantes occidentales han invertido tanto en la relación con Putin como el presidente francés Emmanuel Macron.
En una entrevista con la revista The Economist en noviembre de 2019, Macron argumentó que la OTAN sufría de muerte cerebral y que Europa necesitaba un diálogo estratégico con Rusia.
Al examinar las opciones estratégicas rusas bajo Putin, Macron comentó en la entrevista que Moscú no podría prosperar en situación de aislamiento, y que tampoco quería ser un "vasallo" de China, por lo cual eventualmente optaría por "un proyecto de alianza con Europa".
Incluso la semana pasada, Macron buscó ansiosamente una acción diplomática para evitar la catástrofe, llegando a gestionar una cumbre entre Putin y el presidente estadounidense Joe Biden.
- "Opción unilateral" -
Pero al anunciar la invasión de Ucrania el 24 de febrero, Putin recitó una letanía de reclamos históricos y políticos para justificarla.
Citó sus argumentos de que Rusia había sido apuñalada por la espalda por Occidente con "engaños y mentiras cínicas" sobre la expansión de la OTAN.
En un discurso de 2007 en la conferencia de seguridad de Munich, Putin ya fustigó el papel de Estados Unidos, señalando que un mundo de "un solo líder, un soberano" sería "pernicioso" para todos.
Pero para Macron hay un solo responsable por la situación actual. "La guerra volvió a Europa, esa fue la opción unilateral del presidente Putin", declaró el sábado.
La excanciller alemana Angela Merkel, quien tenía más experiencia con Putin que cualquier otro líder occidental y podía hablarle en ruso, dijo que "la guerra rusa de agresión marca un giro profundo en la historia europea luego del fin de la Guerra Fría".
Rusia enfrenta ahora las sanciones más severas que le aplican la Unión Europea, Estados Unidos y Reino Unido, incluido el colapso del gasoducto Nord Stream 2 a Alemania.
- Socio menor -
Sus líneas aéreas tienen prohibido sobrevolar el territorio de algunos países europeos, sus equipos deportivos no son bienvenidos en los torneos e incluso artistas que no condenen la invasión podrían verse marginados de Occidente.
"Hemos alcanzado la línea tras la cual está el punto de no retorno", dijo en televisión la portavoz del ministerio ruso de Relaciones Exteriores, Maria Zajarova.
Por ahora, Putin podría encontrar algo de consuelo en su relación con China, aunque Pekín se abstuvo en una resolución de la ONU que condena la agresión rusa, en lugar de hacerse eco del veto de Moscú.
"Aislada de Occidente, Rusia no tiene más opción que convertirse un socio menor de China", argumentó Charles Grant, director del Centre for European Reform, de Londres.
"Pekín es ambivalente sobre la invasión, no critica a Rusia en público y culpa a Estados Unidos, pero valora la estabilidad y la integridad territorial", agregó.
Dmitry Trenin, director del Carnegie Moscow Centre, vaticinó repercusiones "de largo alcance" por la invasión que marcó el "fin de la era postsoviética para Rusia" e inició un período de "mucha más dependencia de China".
O. Karlsson--BTZ