La batalla imposible de un granjero brasileño contra la furia del agua
Eran las seis de la mañana cuando el granjero brasileño Vernei Kunz escuchó de nuevo el ruido ensordecedor de la furia del agua. Solo que esta vez fue la definitiva: el río Forqueta, desbordado por las lluvias inéditas en el sur de Brasil, se llevó por delante la mayoría de sus 5.000 cerdos.
"Teníamos cerdas y lechones. Estaban todos en los galpones", unos robustos cobertizos de cemento y hierro, explica este hombre de 60 años sobre ese fatídico día 2 de mayo.
"Abrimos las puertas para que salieran, conseguimos sacar algunos que nadaban en el agua y colocarlos a salvo, en la calle. Los otros se ahogaron", recuerda Kunz, al apuntar hacia las montañas de escombros a las que quedaron reducidos sus galpones.
El mal olor indica que algunos de sus cerdos yacen todavía enterrados bajo el lodo.
Con los animales, se esfumó también el trabajo de 42 años dedicados a la producción de lechones en Travesseiro, una pequeña localidad agrícola en el Valle del Taquari, devastado por las históricas inundaciones en Rio Grande do Sul.
- El aviso -
El río Forqueta, a unos 500 metros de la propiedad de Kunz, había dado un primer aviso el 30 de abril. Inundó los campos de maíz en los márgenes y alcanzó los suelos de sus galpones.
El nivel del agua marronosa incluso bajó durante algunas horas, pero finalmente el volumen y la fuerza fueron tales, que el río se tornó imparable. En su salida del cauce, arrasó la tierra de este granjero y avanzó hasta alcanzar el puente que une Travesseiro con las principales ciudades de la región.
La infraestructura, de una altura de casi 20 metros, se vino abajo. Solo los dos extremos quedaron suspendidos.
Kunz despidió ese mismo día a sus 12 empleados, con indemnizaciones, explica. Los 700 cerdos que logró salvar fueron recuperados por la empresa frigorífica para la que trabajaba, para ser distribuidos en otras granjas.
Este descendiente de alemanes, como muchos en el Valle del Taquari, estima sus pérdidas en entre 10 y 15 millones de reales (2-3 millones de dólares).
Rio Grande do Sul es uno de los mayores productores y exportadores de carne de cerdo de Brasil. La asociación de criadores porcinos del estado (ACSURS) dijo que la devastación afectó entre 25% y 28% de su producción.
Las pérdidas en todo el sector agrícola, motor de la economía regional, ascendieron a 2.200 millones de reales (430 millones de dólares), según estimaciones recientes de la Confederación Nacional de Municipios.
- "Quemarlo todo" -
"Ya viví unas inundaciones fuertes en 2010, pero no fueron tan graves como estas y pude reconstruir. Esta vez el agua lo destruyó todo", dice.
Según los expertos, la intensidad de las recientes inundaciones en el sur de Brasil que dejaron más de 160 muertos y 60 desaparecidos, están vinculadas con el cambio climático.
"No se puede ir contra la naturaleza", dice resignado Kunz, todavía con sus botas de lluvia puestas y una gorra azul para protegerse del día soleado.
En su propiedad de miles de metros cuadrados, hierros torcidos, láminas de aluminio, pedazos de muros y troncos de árboles se acumulan. Como si fuera la obra de un huracán.
"Lo voy a tener que quemar todo, ¿qué otra cosa puedo hacer para deshacerme de esto?"
Su hijo, Eduardo, de 34 años, explica que la suya era una moderna granja de reproducción genética. "Estaba todo automatizado, con máquinas muy costosas, difíciles de volver a conseguir", agrega.
Junto a sus padres, esposa e hijo de dos años, Eduardo vive en una casa en lo alto de la calle, adonde el agua no llegó.
- Ahora, soja y maíz -
Loa Kunz no quieren oír hablar de irse de Travesseiro, una apacible localidad de 2.000 habitantes donde la mayoría vive de los cultivos de pienso para el ganado.
Para su alcalde, Gilmar Southier, el 80% de los habitantes se vieron afectados por el agua.
La prioridad, explica, es "reconstruir el puente", por donde pasa la mercancía para abastecer la localidad y también para vender para fuera.
Kunz lo tiene claro: va a cambiar de actividad. Ahí donde se alzaban los galpones plantará campos de maíz y soja. "Si lo pierdo de nuevo, me costará menos volver a empezar", afirma.
La primera siembra la prevé para agosto de 2026. Entre tanto, deberá buscar líneas de crédito para salir adelante.
A. Bogdanow--BTZ