Honfleur, de paraíso impresionista a símbolo de una "Francia fea" por reparar
A orillas de la Mancha, Honfleur es conocida por su puerto y sus pintorescas casas de entramado de madera, pero este paraíso de los impresionistas simboliza también la "Francia fea", que el gobierno de Emmanuel Macron quiere reparar.
"Honfleur es una bonita ciudad atractiva, ¿por qué pedirnos pasar por 'el retrete' para entrar?", se pregunta indignado Olivier Saladin, prolífico actor y miembro de la asociación Paisajes de Francia.
Más de cinco millones de turistas visitan cada año la ciudad, según la alcaldía, tras los pasos de Courbet, Boudin o Manet que en los siglos XIX y XX se inspiraron de sus paisajes para sus obras románticas e impresionistas.
Pero la asociación de Saladin la escogió como una de las cuatro galardonadas con el premio "Francia Fea 2023" por su entrada plagada de paneles publicitarios: desde una estación de lavado a garajes, pasando por productos locales.
"No decimos que Honfleur sea la ciudad más fea de Francia, este premio se concede a partir de una foto, para que los responsables públicos sean más vigilantes", afirma el actor. Un llamado que parece haber surtido efecto.
- "Ciudad del consumo" -
En septiembre, el gobierno francés lanzó una convocatoria nacional de proyectos para transformar esta Francia periurbana, que "encarna el siglo XX: el del consumo de masas", en palabras de la exministra Olivia Grégoire.
Estas zonas comerciales en periferia de las ciudades también están en otros países, pero en Francia lograron un importante éxito. Los franceses gastan un 72% de su dinero en estos lugares, que aglutinan todo tipo de tiendas.
"Inicialmente teníamos los centros comerciales", recuerda Christine Leconte, del Colegio de Arquitectos francés. "A continuación, se unieron la moda, los electrodomésticos, cines, gimnasios y restaurantes, creando una ciudad del consumo".
Para "reinventar" estas zonas que quedaron fuera de la reflexión de las políticas públicas, el gobierno puso sobre la mesa 24 millones de euros (26 millones de dólares), que se destinarán a actualizar unas 1.500 de estas áreas.
Con el cambio climático, los inmensos aparcamientos de asfalto y los grandes hangares comerciales, a menudo cubiertos de chapa ondulada, están en el punto de mira, máxime cuando se lucha contra la artificialización del suelo y la ineficiencia energética.
- Campeona mundial de rotondas -
Efecto de la explosión de estas zonas comerciales e industriales, el primer destino turístico mundial ostentaría también el récord de rotondas, desde la instalación de su primera en 1907 alrededor del Arco del Triunfo en París, según los expertos a falta de cifras oficiales.
Con 42.986 rotondas, Francia sería la número uno mundial, por delante de Reino Unido (25.976), Italia (18.172), España (15.053) y Brasil (11.854), concluyó en septiembre la empresa letona DiscoverCars.com a partir de datos de OpenStreetMap.
Como alternativa más segura a los tradicionales cruces, las rotondas "se desarrollaron en los años 60 y 70, antes de multiplicarse en los 80 para acompañar la expansión de la red de zonas comerciales periféricas", según Philippe Genestier, arquitecto y urbanista.
Y, en 2018, el movimiento de los "chalecos amarillos", nacido en esta Francia "periférica" y dependiente del vehículo, las convirtió en un símbolo de sus fuertes protestas contra un alza de la tasa al combustible, que Macron acabó retirando.
Pero esta "Francia fea", expresión creada por un periodista de la revista cultural Télérama en 2010, es mucho más que un triste decorado, es también un lugar de encuentro y signo de identidad para muchas familias y jóvenes fuera de las grandes ciudades.
- "Sociabilidad" -
"Sin duda podríamos escribir historias vitales a partir de los grandes centros comerciales. Forman parte del paisaje de la infancia de todos los menores de cincuenta años", según la premio Nobel de Literatura 2022, Annie Ernaux.
Sin embargo, Ernaux es de los pocos escritores que se aventuran a dar vida en sus obras a estas zonas, cuyo "valor de sociabilidad" está "subestimado", aunque sean "ecológicamente aberrantes", analiza el antropólogo Éric Chavier.
En los suburbios de París, Marlène Mouketo, una mujer de unos cincuenta años, acude con su auto cada tres semanas a una zona comercial por "las tiendas de ropa" y en ocasiones para comer en el "McDo", aunque reconoce que no es "ecológico".
¿El gobierno francés conseguirá reparar esta popular "Francia fea"? Pascal Madry, director del Instituto para la Ciudad y el Comercio, se muestra escéptico ante la ausencia de "filosofía urbana sobre el futuro de estos espacios".
Para Leconte, uno de los mayores obstáculos será "el conflicto entre los terrenos comerciales de propiedad privada" --con un modelo actual económicamente viable-- y "el interés público de construir [un modelo de] ciudad".
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K. Petersen--BTZ