El petróleo ennegrece el paisaje y los pulmones en Albania
El aire pestilente es venenoso pero los habitantes de Zharrez, en la principal región petrolera de Albania, no tienen más remedio que vivir entre tanques oxidados, grúas de perforación estropeadas y suelo y agua contaminados, una herencia en ruinas de la era comunista.
"Todos tenemos problemas de salud", resume Milita Vrapi, de 49 años, quien habita en esta localidad de 2.000 habitantes en Patos-Marinza, la mayor zona petrolera del país de los Balcanes.
"El aire es muy denso, a menudo tengo mareos, náuseas, dolores de cabeza y fatiga persistente", cuenta.
Según la mujer, el agua no es potable y las verduras del jardín no pueden crecer.
Los tanques de petróleo abandonados están corroídos por el óxido, así como las tuberías usadas para transportar hidrocarburos.
Muchas de estas instalaciones no se han mantenido durante casi tres décadas y el paisaje luce apocalíptico, ennegrecido por fugas de petróleo que contaminan el suelo y el agua.
Los yacimientos de Patos-Marinza, a un centenar de kilómetros al sur de Tirana, son explotados por la empresa nacional Albpetrol y la china Bankers Petroleum Albania.
El año pasado extrajeron más de 550.000 toneladas de crudo, según cifras oficiales.
En total, Albania produce anualmente entre 650.000 toneladas de crudo, en gran parte exportado a la Unión Europea.
"El oro negro hizo brotar de la tierra millones de dólares, pero los habitantes casi no se han beneficiado", denuncia Marsilin Senka, abrazando a su bebé de dos meses que padece de bronquitis aguda antes de llevarlo al hospital.
"La contaminación no es una prioridad para las empresas petroleras", reclama.
En Zharrez, una decena de pozos de más de 50 años funcionan en las cercanías de las casas.
Según Qani Rredhi, director de la asociación de protección del ambiente de Zharrez, "más de 18.000 metros cuadrados están fuertemente contaminados por el crudo a causa del abandono de la infraestructura desde hace más de 25 años, con efectos nocivos para el ambiente y la salud de los habitantes".
- Pobreza -
Patos-Marinza figura entre las 18 zonas de alto riesgo del ministerio albanés del Medio Ambiente.
Bajo la dictadura comunista de Enver Hoxha, la zona estaba prohibida como residencia, pero después de la caída del régimen a inicios de los años 1990 las autoridades toleraron que la gente viviera allí debido a la pobreza.
Los vapores de petróleo y gas vuelven el aire irrespirable.
"La cercanía de las zonas residenciales y los invernaderos agrícolas con los yacimientos petrolíferos, los pozos viejos (...) y la falta de medidas de seguridad y rehabilitación son muy preocupantes", señala el Comité Helsinki albanés en su último informe.
"El número de vecinos que se queja de problemas respiratorios, una alta concentración de dióxido de carbono en la sangre, o que padecen enfermedades relacionadas con las actividades industriales es muy alto", afirma Adriatik Golemi, un periodista miembro de la asociación local de protección ambiental.
La asociación vincula la contaminación con cánceres por los cuales han muerto varios habitantes, pero el jefe del centro de salud del pueblo, Fatjon Shehu, explica que la correlación es difícil de establecer en el contexto de la pandemia de covid-19 y en ausencia de estudios.
Además de los problemas de salud, el peligro está en todas partes.
- Ahogamientos -
"Hace tres años, una mujer murió accidentalmente al ahogarse en una marea negra mientras perseguía a sus aves de corral", dijo Golemi a AFP. El pueblo tiene al menos cinco de esos vertidos en los que las personas, en especial los niños, corren el peligro de morir.
También ha habido "casos de muerte de ganado o aves ahogadas en campos petroleros", según Qani Redhi, quien citó también las "fuertes emanaciones de gas" que escapan de los pozos abandonados.
Consultado por AFP, el ministerio de Energía albanés aseguró estar decidido a resolver los problemas ambientales.
"Las empresas que trabajan en los campos petroleros de Patos-Marinza están aplicando planes de acción para rehabilitar toda la infraestructura deteriorada del pasado", indicó el ministerio en referencia a la prohibición de acceso a pozos petroleros, la limpieza de derrames y el tratamiento de desechos de petróleo.
Artemisa, hija de Milita Vrapi y estudiante de 16 años, protesta. "No solo debemos pensar en la economía y la extracción de petróleo, sino sobre todo en los problemas de salud, salvar vidas, salvar nuestro medio ambiente y nuestro planeta", afirma.
Mientras tanto, la torre de perforación cerca de su casa ha estado fuera de servicio durante una semana.
Kadri Shahu, de 58 años, la mitad de ellos trabajados en la industria petrolera, lucha por arreglarla, ya que la falla afecta sus bonos por desempeño. Su salario base es de 540 euros (unos 583 dólares), insuficiente para alimentar a su familia de seis.
N. Lebedew--BTZ