La prohibición de pescar en la Costa Azul, buena para la biodiversidad y los pescadores
La prohibición de pescar vigente desde hace 20 años en una reserva en la Costa Azul francesa produce efectos benéficos para el medio ambiente y la economía, pues protege los arrecifes, los peces e, incluso, a los pescadores.
Bajo un cielo de invierno límpido las rocas ocres se hunden en el agua turquesa del Mediterráneo en Cap Roux, en Saint-Raphaël (Var), una punta del macizo del Esterel que sigue protegida pese a la cercanía de la bahía de Cannes.
Más de 80 especies marinas viven aquí, atraídas por una especie de bosque submarino, superficies de roca y coralígeno, un lugar "viviente" formado da algas y coral, lugares privilegiados para alimentarse y reproducirse.
Desde 2004, en 450 hectáreas, la pesca bajo todas sus formas, profesional o no, está formalmente prohibida, una decisión radical tomada por los pescadores para "preservar los recursos".
"Los pescadores se preocupan por el futuro" y por eso decidieron proteger un lugar para "que pueda servir de guardería destinada a repoblar los alrededores", afirmó Christian Decugis, representante de las comunidad de pescadores profesionales de Saint Raphal, a unos días de la COP15 de Naciones Unidas sobre la biodiversidad que se llevará a cabo en Montréal del 7 al 19 de diciembre.
La zona de prohibición, en el centro de un sitio protegido a nivel europeo por la marca Natura 2000, fue escogido por su alejamiento de los puertos y porque es "un lugar naturalmente rico, pues crear una reserva en un lugar ya dañado no sirve para nada", añadió Decugis.
"Tenemos muchos peces, más grandes, especies abundantes", en la zona protegida pero también en los alrededores, agregó, lo que confirma estudios científicos y experimentales.
El "efecto reserva" se verificó para las merluzas y las corvinas por ejemplo, y beneficia particularmente al pez escorpión y al besugo.
- Pensar en el futuro -
En 2017, un estudio de la Asociación para la pesca y las actividades marítimas mostró que la renta pesquera es "mucho más elevada en la zona cerca de la parte donde la pesca está prohibida, que en las zonas más lejanas".
"En términos de imagen, una profesión que se preocupa por ella misma, que piensa en su futuro, trae muchos beneficios a los pescadores", a veces criticados y acusados, dice Decugis.
Lo único negativo es que la reserva "al estar a cielo abierto" es afectada por la caza furtiva, se lamenta.
Coanimadora del sitio Natura 2000 para la aglomeración Estérel Côte d'Azur, Julia Toscano participa a salidas al mar para vigilar de mayo a septiembre, y acude a la policía municipal o a la gendarmería cuando constata una infracción.
A través de un proyecto apoyado por la Oficina francesa para la biodiversidad, la asociación de la reserva de pesca espera obtener pronto cámaras "que nos facilitarán vigilar" cuando viene gente a pescar o cazar, tal vez sin saber que eso está prohibido, dice Toscano.
Para luchar contra este desconocimiento de las reglas, Toscano apuesta por el diálogo, la sensibilización y colocar pancartas y balizas señaladoras en el mar.
La presión turística aumentó en el sitio desde 2019, así como la frecuentación de embarcaciones de recreo de más de 24 metros.
Cardúmenes de peces y recifes coloridos atraen también a muchos buzos, una actividad que genera 500.000 euros de cifra de negocios anual para los clubes de buceo, subraya Fabien Rozec, responsable del Observatorio marino para la aglomeración.
Gracias a fondos europeos, el lugar de pesca fue equipado con balizas ecológicas que facilitan a los clubes de buceo no anclar ahí. El objetivo es siempre preservar la biodiversidad al mismo tiempo que se conserva el ingreso económico.
La experiencia de Cap Roux, "es un poco lo que quiere hacer Francia con sus Zonas de Fuerte Protección (ZPF) donde habrá áreas marinas protegidas, no como las actuales que figuran sobre el papel pero sin restricciones o con muy pocas", concluyó Decugis.
D. Wassiljew--BTZ