Los pescadores filipinos, primeras víctimas de las ambiciones de Pekín en el mar de China Meridional
El pescador filipino Mariel Villamonte pasó años en las aguas turquesas del Bajo de Masinloc, en el mar de China Meridional, en busca de pargos y meros, hasta que un buque de la guardia costera china encañonó su barco.
Ocurrió en 2012, cuando China arrebató el control del pequeño anillo de arrecifes de manos filipinas, y Villamonte no se ha atrevido a regresar.
"Sus barcos son de acero, los nuestros son de madera", comentó Villamonte, de 31 años, al recordar cómo los dos navíos chinos persiguieron a su embarcación antes de atacarlo con un cañón de agua de alta presión.
La zona pesquera, explotada durante generaciones de pescadores filipinos, es uno de potenciales focos de conflicto militar en torno al mar de China Meridional.
China y Taiwán reclaman la soberanía sobre casi todo el mar, mientras Filipinas, Vietnam, Malasia y Brunéi también reclaman partes de él.
Billones de dólares en comercio marítimo pasan por la ruta y navíos de Estados Unidos y sus aliados occidentales lo surcan regularmente.
De los reclamantes, China es el que más ha agresivamente ha presionado.
Cientos de navíos de la guardia costera y milicia marítima de China merodean sus aguas, pululan por los arrecifes, acosan y atacan a pesqueros y otras embarcaciones e interfieren con la exploración de gas y petróleo, así como con la investigación científica.
Analistas indican que la meta de Pekín es tener supremacía regional y control de toda la actividad en las aguas, y usa su poderío para someter a sus rivales menores.
"Realmente se ven como el centro de esta región, económica, política y militarmente", comentó Jay Batongbacal, director del Instituto de Asuntos Marítimos y la Ley del Mar, de la Universidad de Filipinas.
"Lo que ellos quieren es que eventualmente las naciones más débiles simplemente desistan para evitar un problema", agregó.
- Sueño chino -
China a menudo invoca la llamada línea de las nueve rayas, una delimitación vaga basada en mapas de los años 1940, para justificar su reclamo sobre este mar.
Filipinas llevó un caso a una corte internacional para disputar la postura china. El tribunal falló en 2016 que los reclamos de Pekín no tienen sustento legal.
China ignoró el fallo pero las tensiones con Filipinas bajaron luego de que el presidente Rodrigo Duterte dejó de lado la victoria legal del país y cortejó a las empresas chinas.
Ferdinand Marcos Junior, quien sustituyó a Duterte en junio, se comprometió a defender la decisión del tribunal e insistió en que no dejará que China pisotee los derechos marítimos de Manila.
Pero en la década transcurrida bajo el presidente Xi Jinping, quien se espera sea designado para un tercer mandato consecutivo este mes, China ha expandido fuertemente su presencia en el mar.
El deseo de Xi de controlar las aguas no es por la pesca o los combustibles, señaló Greg Poling, director de la Iniciativa de Transparencia Marítima en Asia (AMTI, en inglés).
Sus objetivos son concretar el "sueño chino" de un rejuvenecimiento nacional --la visión de Xi de restaurar la antigua gloria del país-- y asegurar su legitimidad política.
Según Poling, generaciones de dirigentes chinos han hecho reclamos "absurdos" en el mar, dejando a Xi sin más opción que "hacer valer las reivindicaciones sobre todo".
Imágenes satelitales publicadas por AMTI muestran que las acciones chinas de reclamo territorial superan por mucho las de los otros países combinados.
Desde 2013 ha roto cerca de 6.000 hectáreas de arrecife para crear unas 1.300 hectáreas de tierra nueva para islas artificiales en las islas Spratly, indicó Poling.
Las militarizadas islas, con pistas aéreas, puertos y sistemas de radar, permiten a los buques chinos patrullar hasta Indonesia y Malasia.
Además de destruir zonas de cría de peces y asfixiar la vida marina con sedimentos, los expertos afirman que las acciones de Pekín contravienen el derecho internacional.
Bajo la Convención de la ONU de 1982 sobre la Ley Marítima, que China ayudó a negociar, los países tienen derechos exclusivos a los recursos naturales a 200 millas náuticas de su litoral.
Los reclamos de China se extienden hasta mil millas náuticas, lo que Poling calificó como "exageradamente inconsistente" con la ley.
- "Ladrón en tu patio" -
La toma china del Bajo de Masinloc privó a Villamonte y otros pescadores de la aldea de Cato, en la provincia norteña de Pangasinan, de una importante fuente de ingresos.
Sus familias comenzaron a pescar allí en los años 1980 cuando barcos grandes les permitían hacer el viaje de ida y vuelta de 500 km. Había muchos peces y tenían refugio durante las tormentas.
Después de décadas de sobrepesca de los países de la zona, los pescadores ahora pasan más tiempo en el mar y capturan peces más pequeños.
Pese a los riesgos, los pescadores filipinos aún intentan llegar al banco para completar su pesca.
Christopher de Vera, de 53 años, indicó que miembros de su tripulación han llegado bajo el resguardo de la oscuridad, lo que les da la sensación de ser "un ladrón en tu propio patio".
Pero admitió que las aguas bajas ya no están repletas de peces desde que el coral fue "diezmado" por los grandes recolectores chinos de almejas.
- "Peor pesadilla" -
La creciente insistencia china no ha sido cuestionada seriamente por los países del sudeste asiático debido a las diferencias sobre cómo responder y el miedo a represalias si lo hacen, según analistas.
La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), de 10 miembros, está dividida entre los que tienen vínculos estrechos con China, como Birmania, Camboya y Laos, y otros más recelosos con Pekín.
Sus diferencias han afectado las negociaciones entre China y la ASEAN sobre un "código de conducta" que regiría su comportamiento en el mar.
Estados Unidos es visto como el único país lo bastante fuerte para responder, pero hay preocupación con su confiabilidad.
El presidente Joe Biden recibió a los gobernantes de la ASEAN en mayo en Washington para señalizar el compromiso de Washington con la región ante la creciente influencia china.
Pero décadas de políticas inconsistentes y una percepción de abandono de la región han dañado la imagen de Washington.
"Los países del sudeste asiático no están dispuestos a apostar por Estados Unidos", indicó Shahriman Lockman del Instituto de Estudios Internacionales y Estratégicos de Malasia.
China ha utilizado la fuerza letal para respaldar sus reclamos, y sus recientes maniobras militares alrededor de Taiwán, que considera como parte de su territorio, generaron alarma en la región.
Por ahora, Pekín parece querer evitar una guerra mientras continúa su empeño expansionista.
"Son muy hábiles en evitar cruzar ese umbral siendo estridentes en sus protestas, la diplomacia del lobo guerrero, diseñada para intimidar y obtener lo que se quiere sin combatir", señaló John Blaxland, experto de seguridad internacional e inteligencia de la Universidad Nacional Australiana.
Sus tácticas están funcionando.
Poling anticipó que el mar podría convertirse en un "lago chino", debido a que el costo y riesgo crecientes de operar allí forzó la salida de pescadores, guardias costeros y empresas petroleras.
Villamonte ganaba 6.000 pesos (105 dólares) por viaje cuando podía pescar en el Bajo de Masinloc. El monto cayó ahora a 2.000 pesos o incluso nada.
Él solo sabe pescar, y su "peor pesadilla" es perder acceso al resto de las aguas filipinas.
"Mi familia pasaría hambre", advirtió.
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M. Tschebyachkinchoy--BTZ