El periplo europeo de tres mujeres que piden ayuda para "liberar" a sus parejas de Azovstal
Salieron de Kiev el 23 de abril, pasaron por el Vaticano, Polonia y Alemania, antes de llegar a Francia este fin de semana. Tres mujeres, todas parejas de combatientes del último reducto de la resistencia ucraniana contra los rusos en Mariúpol, se movilizan para que al menos un país ayude a liberar a sus compañeros de este infierno.
"A cuantos más países recurramos, más posibilidades tendremos de encontrar rápidamente una solución", dice Olha Andrianova, de 30 años, la mayor del grupo, en una entrevista con la AFP.
En el Vaticano lograron obtener una audiencia de cinco minutos con el papa Francisco. En Francia esperan poder hablar con el presidente Emmanuel Macron o con su esposa Brigitte, pero su "principal objetivo" es "captar la atención sobre la situación" de Azovstal, explica Hanna Naumenko, de 25 años.
Los hombres con los que compartían su vida antes de la guerra forman parte de los combatientes ucranianos atrincherados en la planta siderúrgica de Azovstal, rodeada y asediada por los rusos, que llevan semanas intentando tomar este último reducto de resistencia en Mariúpol, una estratégica ciudad portuaria del sureste prácticamente diezmada por el conflicto.
El gobierno ucraniano ha entablado difíciles negociaciones con los rusos para evacuar al menos a los heridos más graves.
"No es que no hagan lo suficiente, sino que podrían hacer más", afirma diplomáticamente Olha, que trabajaba como responsable de una red de guarderías en Kiev.
- Escasez de comida y agua -
Las tres mujeres describen con detalle la crítica situación de sus parejas y la difícil separación que dura ya varios meses.
Como muchas de las mujeres de los combatientes del regimiento Azov, conocieron a sus parejas por internet. "Teníamos los mismos pasatiempos, los mismos gustos musicales", explica Kateryna Prokopenko, una ilustradora para niños de 27 años, y esposa de Denys, uno de los comandantes del batallón.
Hanna, oriunda de Járkov, cuenta que pospuso varias veces su boda, prevista desde 2014, porque no podía ver lo suficiente a su enamorado, Dmytro. "Esperaba que la guerra en el Donbás termine y podamos vivir juntos como una verdadera pareja, porque nos veíamos apenas unos días por mes", cuenta.
Las tres siguen recibiendo noticias regularmente de sus parejas desde Azovstal, pero la situación es tan crítica que ahora "cada día cuenta como (si fueran) seis meses o un año", dice Olha, cuyo marido tardó dos semanas en decirle que le habían disparado en la pierna y que figuraba entre los heridos.
Entre los cerca de 1.000 soldados atrapados bajo las bombas, cerca de 600 estarían heridos, dijo recientemente Sviatoslav Palamar, subcomandante del regimiento Azov, que también abogó por una evacuación.
Ya no hay comida y el agua es tan escasa que se comparten los vasos y toman "un sorbo cada seis u ocho horas", dice Olha.
Desde que el hospital improvisado de la acería fue destruido por los constantes bombardeos, "se está operando a la gente, amputándola, sin anestesia".
Los combatientes descartan rendirse. "Equivaldría a la muerte", dice la mujer. "Ya ha habido miembros del batallón Azov hechos prisioneros, fueron cruelmente torturados y luego los rusos enviaron fotos de los cuerpos torturados a sus madres", asegura.
- Vamos a tener "muchos hijos" -
Las mujeres reconocen que, a pesar de sus llamamientos y de los realizados en las redes sociales directamente por algunos combatientes de Azovstal, ningún país se ha ofrecido aún a liberar a sus compañeros.
Occidente ha aumentado su ayuda militar a Ucrania, pero repite que quiere evitar intervenir directamente en el conflicto, por temor a un enfrentamiento frontal con Rusia.
Pese a eso no pierden la esperanza y tienen intención de seguir con su periplo, hasta que "nuestros hombres sean evacuados", dice Hanna.
Hasta ahora financiaron ellas mismas el viaje, según cuentan, pero varias asociaciones les han propuesto ayuda.
Hanna dice que está segura que su pareja, Dmytro, "va a ser liberado, que se van a casar y tener muchos hijos".
A. Lefebvre--BTZ