Casas de verdad para los refugiados en el norte de Siria controlado por Turquía
"Cuando supe que nos mudábamos a una casa, no me lo creía", dice Maryam Al Husein, una viuda madre de cuatro hijos, que vive en un complejo residencial financiado por Turquía en el norte de Siria, después de haber pasado un año en una tienda de campaña en un campo de refugiados.
"Estaba tan feliz que no pensaba en nada más que en la mudanza", cuenta a la AFP Al Husein, 28 años, al llegar a su nueva casa, en una región que escapa al control de Damasco.
El complejo residencial, construido cerca de la ciudad de Al Bab, controlada por las fuerzas turcas y sus aliados sirios desde 2016, es el último de una serie de proyectos de vivienda patrocinados por Ankara.
Turquía está tratando de crear una "zona segura" a lo largo de su frontera para impedir que los sirios desplazados por la guerra crucen la frontera y permitir que Ankara devuelva parte de los millones de refugiados que ya se encuentran en suelo turco.
Los funcionarios locales y sus patrocinadores turcos presentan la construcción de viviendas como una acción humanitaria para ayudar a las familias desplazadas.
La oenegé turca Humanitaire Relief Foundation (IHH) afirma haber apoyado la construcción de más de 18.000 viviendas en el noroeste de Siria desde 2019.
La libra turca se ha convertido en la moneda principal y Turquía ha contribuido incluso a la creación de hospitales, oficinas de correos y escuelas que enseñan el idioma turco.
"Más de 50.000 personas se han instalado en las casas que hemos construido hasta ahora", precisó a la AFP el secretario general de la IHH, Durmus Aydin.
Según él, 100.000 personas serán alojadas de aquí a abril en 24.325 casas construidas por la IHH.
- Refugios temporales -
El último complejo residencial se terminó este mes cerca de Bizaah, a 3 km al este de Al Bab, con el apoyo de la Agencia Gubernamental de Gestión de Desastres y Emergencias de Turquía (AFAD), según funcionarios locales.
Consta de 300 unidades de hormigón idénticas de un piso con grandes puertas metálicas y pequeñas ventanas laterales. Cada unidad tiene dos habitaciones, una cocina y un baño, y está equipada con su propio tanque de agua.
Según Aydin, el costo de construcción de una unidad de 40 m2 asciende a 2.500 dólares).
El complejo -uno de los muchos proyectos de vivienda similares apoyados por AFAD- también incluye una mezquita y una escuela. Según funcionarios locales, se está construyendo un centro médico.
Maryam perdió a su marido en un combate y fue desplazada por la guerra en 2019. Desde entonces ha vivido en campamentos con sus cuatro hijos, su padre y su hermano en condiciones difíciles.
"En invierno, una casa es mejor, porque la lluvia no se filtra", explica. "En verano se mantiene fresco porque la piedra protege del calor, mientras que la tela convierte las tiendas en un horno".
El complejo de viviendas de Bizaah fue construido en un terreno administrado por un consejo local con "la plena cooperación de nuestros hermanos turcos", afirma Husein Al Isale, que supervisa el reasentamiento de las familias desplazadas.
"Estas casas son refugios temporales para nuestros hermanos desplazados", añade el responsable local.
Muchas familias desplazadas están agradecidas a Turquía, pero no Mohamad Haj Musa, de 38 años y padre de cuatro hijos, que ha vivido en campamentos desde que la guerra lo obligó a abandonar su ciudad natal de Idlib hace cinco años.
Para él, la vida entre cuatro paredes de hormigón es solo "ligeramente diferente" de la de una tienda de campaña. "Nos estamos mintiendo", afirma. Porque lo que "queremos (es) una solución (permanente). Queremos volver a casa", explica con tristeza.
H. Müller--BTZ