En Rusia, un pequeño impresor resiste con carteles contra "el miedo" y a favor de "la paz"
"Todo el mundo necesita paz". Estas palabras, impresas en rojo a la entrada de un pequeño taller de impresión en Moscú, parecen anodinas. Pero en el contexto represivo que impera en Rusia tras el conflicto en Ucrania, son una revolución.
Son obra de Serguéi Besov, de 45 años, ojos azul claro y corta barba encanecida, que llega en bicicleta, vestido con una de sus creaciones, una camiseta negra en la que se puede leer: "El miedo no es una razón para dejar de actuar".
Con gafas de sol, se dirige hacia un muro de ladrillos cubierto de mensajes. En unos gestos, extiende una capa de pegamento sobre un cartel, y luego se aparta para admirar el resultado: "Hay sueños, habrá viajes".
Desde 2017, este impresor imprime a mano, uno por uno, sobre una prensadora vieja y con pintura roja de época, afiches con consignas vagas y atractivas, fácilmente reconocibles en los muros de la ciudad gracias a su tipografía soviética.
Luego lo atrapó la actualidad.
El 24 de febrero, las tropas rusas entraron a Ucrania. En Rusia reinó la incertidumbre durante varios días.
El pequeño taller comenzó a fabricar carteles antiguerra y un video que muestra la fabricación logró millones de visionados en Instagram.
"No sabíamos si la ley marcial sería decretada o no. Hasta el 5 de marzo, era el pánico para todo el mundo. Imprimimos este cartel y sentimos que molestaba mucho", dice Serguéi, instalado en una otrora fábrica de ladrillos rojos que ahora alberga cafés, talleres de artistas y, hasta su cierre a inicios de marzo, la web-TV de oposición Dojd.
En ese contexto, optó mejor por una consigna menos explícita: "Todo el mundo necesita paz", con la finalidad de "quitarle un poco de peso a las cosas". Inmediatamente, una multitud se congregó ante el pequeño taller para conseguir el afiche.
Luego llegó la policía a inicios de marzo. "Se llevaron a dos mujeres (que trabajan aquí). Ellas estaban muy nerviosas", dice a la AFP. Convocados al tribunal, los miembros del equipo esperan ahora para saber si serán o no juzgados o si el caso será cerrado.
- "Disonancia cognitiva" -
Tras unas semanas de pausa en marzo --"simplemente por miedo"--, el taller retomó su actividad pese a las amenazas.
Entre tanto, las reglas cambiaron: las autoridades rusas reforzaron el arsenal jurídico para controlar en Rusia la comunicación sobre el conflicto, prohibiendo la palabra "guerra" y previendo penas que van hasta 15 años de cárcel para los que difunden "falsas informaciones" sobre el ejército.
La palabra "guerra" desapareció del espacio público, y los mensajes en los muros fueron borrados en un tiempo récord.
Decenas de miles de rusos abandonaron el país pero Serguéi Besov decidió quedarse.
"Ahora los afiches (impresos) están relacionados con lo que nos pasa. Hablan de miedo. 'El miedo no es una razón para dejar de actuar' es el primer cartel que imprimimos después de la pausa".
Siempre vagas y universales, las frases impresas desde entonces están llenas de segundos sentidos: "Todo será arrastrado por una ola", "Lo esencial es no perderse", "Disonancia cognitiva", "Cada muro tiene una puerta".
"Todo lo que pasa ahora, es la disonancia cognitiva, porque el espíritu no comprende como eso puede llegar al mismo tiempo: aquí, es súperagradable, es perfecto", dice Serguéi Besov, "y al mismo tiempo se comprende que nuestros amigos allá (en Ucrania) sufren. Y lo peor, vemos que todo el mundo se acostumbra".
Su taller, Partisan Press, así como su actividad principal, Demon Press, donde imprime tarjetas de visita y papelería de lujo, se arriesgan también a ser "arrastrados por la ola". Debido a las sanciones occidentales, el papel fino que utiliza pronto ya no estará disponible.
Con el tiempo, también se acabará la pintura roja fabricada en la antigua república popular húngara, en 1989.
N. Nilsson--BTZ