La cultura chicana se abre paso en Tailandia
Una multitud jalea en una atestada habitación cuando un corpulento hombre tatuado termina de apalear a un joven recluta y lo acoge en un abrazo. Así termina su rito de iniciación de una de las bandas "chicanas" de Tailandia.
Esta subcultura mexicoamericana se ha abierto paso en Asia, con gente en Japón y ahora en Tailandia adoptando las músicas, el estilo y los contoneos de este movimiento nacido en Estados Unidos en los años 1960.
Vestidos con camisetas holgadas y tejanos, bandanas y gafas de sol que solamente cubren parcialmente sus intrincados tatuajes, algunos tailandeses se dejan ver cada fin de semana en las húmedas calles de Bangkok celebrando la fusión entre sus tradiciones y la cultura chicana.
Pero mientras el movimiento chicano nació en Estados Unidos como una fuerza política y social para combatir la opresión contra la población de ascendencia mexicana, su reinterpretación tailandesa se centra principalmente en su estética.
"Solo quiero combinar un toque tailandés con el estilo chicano para hacer este estilo de vida simple y accesible", explica el líder de la banda, Chalakorn "Leng" Arttanasiri, al bajarse de su Harley Davidson.
Apurando el cigarrillo, el hombre de 40 años, con su cuerpo tatuado de imágenes de la Virgen María, una diosa maya y parte del elenco de la película "El Padrino", afirma que su grupo, "Barbarian Has a Gun 13", celebra la ropa y los tatuajes chicanos.
Sus miembros rechazan las acusaciones de apropiación cultural, asegurando que aprovechan unos valores compartidos de clase humilde para crear una cultura "Taicana".
"En días normales, vestimos como gente normal", dice Leng. "Pero en los días de reuniones como este, necesitamos tener opciones para nuestra vestimenta para que podamos vernes elegantes y presumir como los otros", asegura.
Con pasado en el tráfico de drogas, Leng creció en una barriada y estuvo en prisión antes de gestionar un negocio de importación de ropa chicana que lo llevó a crear este grupo.
Pero, a pesar de la dura iniciación, ellos no practican la violencia con la que Hollywood suele asociar a estos grupos.
"Solo es una forma de demostrar su voluntad", explica Leng sobre la paliza de 13 segundos que deben aguantar los nuevos integrantes.
"No podemos ir por allí pegando a otros grupos para demostrar nuestra superioridad", asegura.
"Vivimos en paz porque estamos en una ciudad budista. Estamos en Tailandia".
- "Somos una familia" -
"Somos ciudadanos respetuosos con la ley que simplemente amamos la subcultura chicana", asegura Pongtep Singto, aficionado de los coches "lowrider", vehículos modificados para tener los bajos a ras del suelo.
El hombre de 32 años se apasionó por este tipo de coches de la cultura chicana, coleccionando y modificándolos a su gusto, y eventualmente terminó haciéndolos él mismo.
"Todo el mundo tiene una carrera honesta. Algunos pueden tener tatuajes por todo su cuerpo, pero son todos buena gente", añade.
En una reunión reciente, hombres con tinta por todo el cuerpo charlaban animadamente mientras sus niños jugaban en el patio.
Entre ellos estaba el nuevo recluta, Chaiya Nob, que explicó cómo los veteranos --solo 13 de ellos que pueden llevar el nombre del grupo tatuado en sus barrigas-- lo asesoraron antes de permitir el ingreso.
"Vestirnos así no significa que tengamos que actuar como machos, como gángsteres y hacer cosas ilegales", afirma el joven de 31 años.
"Tenemos que hacer el bien y ser ciudadanos respetables. Nuestra elección de vestimenta puede no ser apropiada, pero nuestra actitud es abordable", dice con una sonrisa.
Para ellos, la banda supone celebrar la cultura chicana. Y, además, hacerlo juntos. En palabras de Leng: "Somos una familia".
O. Petrow--BTZ