Los turistas regresan a los lucrativos barrios de anticuarios y galerías de arte de París
Tras una larga ausencia, los turistas extranjeros han vuelto a París y deambulan de nuevo en el mercadillo de Saint-Ouen, al norte de la ciudad, un laberinto donde encontrar joyas antiguas, muebles barrocos o ropa ornamentada.
Una pareja estadounidense recorre los puestos por tercera vez en cuarenta años, encantada de que las fronteras hayan vuelto a abrir. "Nada ha cambiado, sigue siendo el mismo ambiente", dicen encantados desde el mayor mercado de antigüedades del mundo.
Los clientes extranjeros representan normalmente entre el 50 y el 80% de las ventas del mercado, estima François Casal, presidente de la asociación de los llamados "mercados de pulgas" (MAP).
Pero desde las manifestaciones del movimiento de protesta de los "chalecos amarillos" y la pandemia, este porcentaje ha caído, a pesar de la creación de un sitio web común y del auge del transporte de mercancías.
"Ha sido un golpe para todo el ecosistema de anticuarios, restauradores, ebanistas y hosteleros, son 3.000 familias aquí", dice Casal, encantado de ver de regreso a los turistas extranjeros.
Los visitantes chinos, "que antes llegaban en autobuses llenos", los coreanos y los rusos son los grandes ausentes, pero los estadounidenses, la clientela histórica del mercado, han vuelto desde hace unas semanas.
Impulsan la actividad de los anticuarios, junto con los franceses, que durante los confinamientos "se dieron gusto" y gastaron su dinero en decoración. "No sustituye a la rica clientela asiática, pero el negocio se va recuperando poco a poco", dice.
Lo mismo ocurre en el barrio parisino de las galerías de arte, donde retorna poco a poco la clientela estadounidense enamorada de París.
Siguiendo el ejemplo del escritor Oscar Wilde, muchos se quedan en el lujoso cinco estrellas "L'Hôtel", en la calle des Beaux-Arts, "lleno hasta julio".
El regreso de los turistas ha beneficiado a la agencia de turismo "Atelier Tours Paris", especializada en visitas a galerías de arte para clientes estadounidenses.
Sus clientes comenzaron a regresar al final del invierno para visitar Saint-Germain-des-Prés, "el epicentro del movimiento existencialista", y a veces se detienen a comprar una obra de arte cuando tienen un "flechazo", cuentan sus fundadores.
En la tienda de Mariano Fortuny de la calle Bonaparte, llena de espléndidos kimonos venecianos y lámparas de seda, los clientes extranjeros representaban la mitad de las ventas antes de la pandemia, pero solo el 20% en los dos últimos años.
"Hemos vuelto a un nivel de asistencia que no habíamos visto en mucho tiempo, y los extranjeros representan casi un tercio de nuestras ventas", explica el galerista.
"Solo esta semana, uno de mis fieles clientes australianos, coleccionista de arte oceánico, regresó tras dos años de ausencia", explica Anthony Meyer, galerista especializado en arte primitivo.
- Compras en línea -
Sin embargo, los profesionales son unánimes: al mercado de arte le fue muy bien durante la pandemia gracias a las compras en línea.
En este negocio, en el que la confianza desempeña un papel importante, los galeristas recurrieron a la web para mostrar sus obras y se pusieron en contacto con sus clientes más fieles para seguir vendiendo.
Desde la pandemia hubo que adaptarse. Para compensar la caída de clientes en su galería, Georges-Philippe Vallois participa cada vez más en ferias donde hay muchos coleccionistas extranjeros.
"La pandemia no empobreció a los ricos", dice. Una opinión que comparte Meyer. Este último explica que incluso ha aparecido una nueva clientela, personas del mundo de las finanzas, que conocen poco de arte, que ahorraron durante los confinamientos y que ahora invierten en obras de arte muy caras.
Estos testimonios coinciden con las estadísticas internacionales del informe anual del banco UBS y de la exposición internacional de arte de Basilea.
El informe concluye que el mercado del arte se recuperó con fuerza en 2021, con un aumento de las ventas mundiales de arte y antigüedades del 29% respecto a 2020, "muy por encima de los niveles anteriores a la pandemia".
Esto ha animado a algunos galeristas a abrir sus puertas al público, aprovechando los nuevos hábitos que se desarrollaron cuando se cerraron los museos durante la pandemia, cuando las galerías se convirtieron en el único lugar de arte disponible para los clientes locales.
Y a veces, hasta altas horas de la noche, la asociación Le Jeudi des Beaux-Arts, en la calle homónima, invita al público a sus veladas mensuales para mantener vivo el espíritu bohemio del barrio.
S. Soerensen--BTZ